Las tarjetas de crédito llevan varias décadas ayudando a facilitar las transacciones e incluso en lo que va de la pandemia también han sido recomendadas por algunos expertos para evitar la manipulación del dinero en efectivo. Sin embargo, el tener de una tarjeta de crédito conlleva responsabilidades financieras para que no se conviertan en un peso o problema para una persona o una familia.
«Las tarjetas de crédito son medios de pago que permiten realizar compras o transacciones sin utilizar efectivo. Por tanto, son un sustituto temporal del efectivo y sirven para realizar compras no planificadas o compras en las que se necesita acudir al financiamiento por el monto de estas (bienes duraderos, emergencias médicas, etc.)», dice Sonia Zurita, profesora de finanzas en la Espae, la escuela de negocios de la Espol.
Ella comenta que toman un aspecto negativo cuando el tarjetahabiente «no ha sido ordenado en el uso de estas, en los pagos realizados mes a mes en relación con los consumos y no lleva un control estricto respecto a todos los compromisos adquiridos (con las tarjetas y con terceros) y los ingresos que el o ella genera en promedio mes a mes».
Mientras, Candy Abad, docente especializada en finanzas de la Universidad San Francisco de Quito, explica que a veces hay personas que podrían tener una sola tarjeta, que sirva dentro y fuera del país, para evitar pagar gastos de operación o la tentación de usarlas. Asimismo recomienda tener el monto libre para gastos inesparados y pone de ejemplo la situación actual en la que mucha gente ha tenido gastos médicos. También advierte que usarlas indiscriminadamente en gastos innecesarios puede causar perjuicios en la economía familiar.
«(También) podríamos tener diferentes tarjetas para diferentes objetivos. Por ejemplo, si necesitamos hacer gastos en línea de ciertos servicios nacionales o internacionales, muchas veces solo aceptan una marca específica, aunque también podemos usar opciones como PayPal», dice Abad, quien agrega que si una persona ya tiene una deuda considerable con una tarjeta y no puede pagarla de inmediato, lo mejor es acercarse a una entidad financiera y pedir el monto necesario para cancelar lo adeudado, porque el costo de crédito a través de una tarjeta es sumamente oneroso y debe evitarse.
Zurita coincide en este punto, pues comenta que quienes tienen deudas importantes con las tarjetas de crédito, cuyo costo financiero es de al menos el 16% anual, puede obtener financiamiento a una tasa menor y con ese valor pagar las tarjetas para poder cerrarlas. De esta manera se queda con una sola deuda y no con múltiples pagos que podrían generar confusión, atrasos y cargos adicionales.
«El tarjetahabiente debe evitar diferir consumos de rubros del día a día (supermercado, salidas a comer, diversión, etc.), hacer uso de avances de efectivo para hacer pagos entre tarjetas o tener el hábito de pagar sólo el mínimo», afirma Zurita.
El peligro del pago mínimo
Para Abad el pago mínimo debe ser la última opción. Lo recomendable es pagar todos los cargos del mes o lo más que se pueda, y lo antes posible, para evitar que los intereses afecten su flujo de efectivo.
«Es realmente tentador poder consumir $1000 en un mes y sólo tener que pagar entre $20 y $40 para estar ‘al día’. El hábito de pagar sólo el mínimo genera la percepción errónea de tener mayores ingresos de los que realmente tiene el tarjetahabiente. Los usuarios de tarjeta de crédito deben usar la tarjeta como una forma de pago sin efectivo que les permite incluso tener un control ordenado de los gastos y además obtener beneficios a través del plan de recompensa que ofertan algunas tarjetas», indica Zurita.
En los últimos años es común recibir llamadas de entidades que ofrecen tarjetas, pero, según ambas expertas, no hay que dejarse tentar.
Además, si decide tener otra tarjeta de crédito debe considerar qué beneficios adicionales ofrece el plan de recompensas y cuáles podrá realmente aprovechar. Por ejemplo, las tarjetas categorizadas como Black suelen ofrecer uso gratuito (limitado) de salas vip en aeropuertos, pero si usted no viaja con regularidad, ese beneficio aparentemente atractivo no es útil. También hay que considerar temas asociados al respaldo que la entidad emisora de la tarjeta ofrece en términos de seguridad y atención ante inconvenientes.
Pero, aunque suene drástico, si en verdad es una persona que no sabe manejar su flujo de efectivo, quizá es mejor no tener una o quedarse con la de menos cupo hasta aprender hábitos para un mejor manejo de las finanzas personales o familiares. En ese caso hay opciónes cómo las tarjetas de débito.
Al final, el buen uso de una tarjeta de crédito puede aportar a su récord de crédito, lo que permite tener acceso al endeudamiento en casos de necesidad. Por ende, se recomienda llevar un registro de sus ingresos y gastos, revisar detenidamente sus estados de cuenta, para un mejor control.