La firma electrónica es la identidad de una persona o empresa en el ambiente virtual. En la actualidad, se han digitalizado la mayoría de los procesos, por ello si alguien tiene la necesidad de identificarse ante alguna entidad o cliente, puede utilizar este archivo digital el cual contiene campos que permiten vincular y determinar la identidad de un ciudadano inequívocamente. Es así, como ahora dos personas en diferentes países, pueden firmar en cuestión de minutos un contrato, sin tener que moverse de donde se encuentran. Esta simplificación se traduce en ahorro de tiempo y dinero.
Es un código binario que tiene 2048 bits, el cual es completamente seguro y prácticamente imposible hackearlo o vulnerarlo. A diferencia de una firma manuscrita, la firma electrónica no puede ser falsificada ya que se trata de una serie de algoritmos cifrados, respaldados por un certificado digital, lo cual permite identificar a una persona y garantizar la integridad de los datos.
Para adquirirla la persona natural o jurídica debe acercarse a una de las entidades de certificación acreditadas, son empresas que emiten certificados de firma electrónica y pueden prestar otros servicios relacionados bajo la autorización de ARCOTEL.
Una de estas empresas es Security Data, con una década en el mercado y durante la emergencia sanitaria respondió de forma óptima a la demanda de los ciudadanos quienes necesitaban realizar gestiones remotas, gracias a su infraestructura tecnológica.
“Durante el estado de emergencia en la pandemia hubo que firmar acuerdos en centros de mediación (trabajadores y empleadores), y la única manera posible fue por medios digitales. Asimismo, en los hospitales públicos y privados los médicos facturaban y emitían recetas con firma electrónica; y los abogados recurrieron a ella para poder continuar con su actividad. También, todos los proveedores de compras públicas deben tener firma electrónica”, explica César Santana, Gerente General de Security Data.
El ejecutivo enfatiza que usar una firma electrónica definitivamente es un gran ahorro. Una empresa que hace un contrato digital con firma electrónica con un cliente no solo ahorra el papel, también activa los servicios contratados con mayor rapidez y empieza a facturar más rápido.